Vecinos de Valencia rehacen sus vidas tras el paso de la DANA: “Vi una ola de fango, como un tsunami”
(CNN Español) — Han pasado casi 48 horas desde que el río Magro, afluente del río Júcar, desbordara en varios…
(CNN Español) — Han pasado casi 48 horas desde que el río Magro, afluente del río Júcar, desbordara en varios puntos de su recorrido debido a las lluvias torrenciales que han azotado la provincia de Valencia.
En Utiel, una de las localidades que más han sufrido la crecida descomunal del cauce, las consecuencias se observan con facilidad recorriendo sus calles.
“Mi padre va a cumplir ahora cien años y no recuerda una riada así. Daba pánico estar aquí“, dice a CNN José Platero, un vecino de 69 años. Lo encontramos buscando enseres personales en las inmediaciones de su vivienda, cercana a la entrada oeste del municipio. Caminando con cuidado entre el manto de barro que cubre el lugar nos señala, de repente, una mesa plegable que reconoce como propia. “Me habían avisado que por aquí hay un depósito de gasoil, he bajado a ver si era el mío”. Pero no lo era, así que sigue buscando.
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Como Platero, son centenares los vecinos que este jueves se encontraban en los alrededores de sus viviendas limpiando los accesos, buscando objeto que las riadas se hayan podido llevar, o bien sacando al exterior aquellos muebles y electrodomésticos que han quedado inutilizables.
En la Avenida del Milagro, los vecinos se coordinan para achicar el agua que todavía resta en la entrada de sus hogares. Muchos se sirven de escobas con fibras robustas para expulsar el lodo que empantana antiguos espacios que servían de dormitorio, o incluso cocina.
Carmen, de Avenida del Milagro, muestra a CNN el estado de la cocina en la planta baja de su hogar. (Crédito: CNN)
“Empecé poniendo toallas en la puerta para que no entrara el agua. Pero de repente reventó la puerta del garaje, doblándose medio metro, y entró el agua a raudales”, nos relata Carmen. El susto fue mayúsculo, pues la mezcla de agua y barro empezó a ocupar la cocina con vigor. La fuerza era tal que tumbó hasta el refrigerador. Afortunadamente, no hubo que lamentar ningún otro daño dado que ella y su marido, José Luís, corrieron escaleras arriba al primer piso.
Como Carmen, muchos otros vecinos comparten relatos de cómo vivieron esos momentos de terror en los que el agua desbordada del Magro empezó a allanar sus viviendas.
“Vi una ola de fango, como un tsunami que venía hacia las casas”, nos cuenta Sheila, otra vecina de la misma calle.
El sobresalto fue enorme, pues a escasos doscientos metros de donde corre habitualmente el río, la crecida se produjo de forma brusca. Concretamente, nos dice Sheila, hubo dos momentos en los que el agua generó más terror, uno a las 10 de la noche del martes 29 de octubre, cuando la crecida cubrió casi por completo las plantas bajas de sus hogares. Otro sobre las 3 de la madrugada del miércoles 30 de octubre, cuando, tras bajar un poco, el desbordamiento volvió a arremeter con brío.
“Esto nunca se había visto aquí”, agrega Ángel, quien vive al lado de Sheila. Nos enseña el estado de su vivienda, totalmente encharcada. “Mi economía está por los suelos, como ahora no nos compense el seguro, como no se haga responsable de los daños, nos las vamos a ver muy mal”.
Como él, son muchos los vecinos de esta localidad de 11.600 habitantes que han sufrido grandes pérdidas por la acometida de unas aguas sin control. Más allá de lo material, estas inundaciones no han barrido sus ganas de salir adelante y, por esta razón, esperan recibir ayuda económica cuanto antes para rehacer sus vidas.
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